Introducción: una palabra abandonada en la ambigüedad

Pocas palabras se usan con tanta frecuencia en el día a día y en la alta dirección, y aun así se dejan en la ambigüedad, como “gestión”. Incluso profesionales que ocupan un cargo directivo no siempre pueden dar una respuesta clara y convincente cuando un subordinado o un colega les pregunta: «¿Qué es exactamente la gestión?».

Como no pueden admitir «no lo sé», responden con frases de manual, desvían la conversación y dicen que están “coacheando”.

Sin una definición propia y nítida es imposible gestionar. No se puede ejecutar una actividad cuya naturaleza ni siquiera se comprende.

El liderazgo puede depender del talento natural o del carisma, pero la gestión es una actividad. Y como actividad, no se puede practicar sin definirla.

Definir la gestión: todas las actividades necesarias para alcanzar el propósito

Mi postura es clara: la gestión es, en una frase, el conjunto de actividades realizadas para alcanzar un propósito u objetivo.

Para evitar que suene abstracto, descompongo esa definición en tres capas de actividad:

  • Ajustar los componentes: diseñar estructuras, normas y procesos para que respalden el objetivo. → Por ejemplo, fijar reglas, definir el formato de los informes, construir mecanismos de seguimiento y diseñar qué actividades se necesitan para lograr el objetivo.
  • Ajustar los recursos: asegurar la cantidad y la calidad de personas, capital, equipos y tiempo que se requieren. → Por ejemplo, adquirir recursos, formar a las personas para elevar sus competencias, reorganizar puestos, asignar responsables a los componentes o, llegado el caso, reducir recursos.
  • Ajustarse y adaptarse al entorno: responder a cambios externos, amenazas y restricciones para sostener la capacidad de alcanzar el propósito. → Por ejemplo, relacionarse con el exterior, gestionar las responsabilidades sociales, mitigar riesgos, cumplir la normativa o, si hace falta, recalibrar los objetivos mismos.

En síntesis, se trata de considerar a la organización como un sistema y seguir ajustando sus componentes y recursos dentro de su entorno para que mantenga su razón de ser. Ese es el significado de gestión para mí.

Sí, esta es mi postura personal, pero puedes estar tranquilo: Drucker también dijo que la gestión es un trabajo, una práctica disciplinada.

En definitiva, todo lo que ocurre dentro del ámbito de un directivo depende de la gestión. Lo creí hace décadas, cuando acumulaba frustraciones bajo un jefe al que consideraba incompetente, y lo refrenda el informe State of the Global Workplace 2025 de Gallup, que identifica la falta de implicación de los managers como la mayor causa de desenganche en los equipos.

En qué se diferencia del liderazgo: dibujar el destino frente a pilotar la nave

Suele hablarse de la gestión junto con el liderazgo. ¿Cómo se diferencian?

  • Liderazgo es definir, a partir de la razón de ser de la organización, hacia dónde vamos y conducir a las personas a los resultados. Herramientas como la misión o los principios sirven para concretar esa dirección.
  • Gestión es mantener el rumbo hacia ese destino, ajustando componentes, recursos y respuestas al entorno.

El liderazgo dibuja el destino que atrae a todos; la gestión es el timón que mantiene al barco navegando hasta llegar. Son complementarios, pero cumplen roles distintos.

Beneficio y entorno: la posición de CSR/ESG

En el capitalismo, la razón de ser de una empresa lucrativa es «seguir obteniendo beneficios». Es un punto de partida evidente.

Al mismo tiempo, términos como CSR y ESG han cobrado peso en los últimos años. El error es creer que constituyen un nuevo propósito.

Una empresa es un sistema situado dentro de un entorno. Ignorar CSR o ESG implica perder la confianza social, enfrentarse a regulaciones y críticas, y en última instancia volver inviable la generación sostenida de beneficios. Por tanto, ESG y CSR son elementos del entorno que entran en el campo de la gestión. Para mantener el propósito del beneficio hay que adaptarse al entorno. En otras palabras, afirmar que la definición de gestión cambia por ESG/CSR o que “ha llegado una nueva era de la gestión” es una ligereza.

El informe de Gallup también señala que los managers están sometidos a presiones externas como «nuevas expectativas de los clientes», «transformación digital y de IA» o «formas flexibles de trabajo». CSR y ESG forman parte de esos factores ambientales: son objetos de la gestión, no redefiniciones de ella.

Por qué fracasan los directivos sin una definición

¿Cuál es el patrón típico del fracaso en la gestión?

Es asumir el cargo sin contar con una definición clara de qué es gestionar.

Puede que logren resultados puntuales. Quizá coincidan con un equipo extraordinario o con un viento de cola favorable. Pero nada de eso dura. Cuando el entorno cambia o los subordinados se van, todo se derrumba.

No es una casualidad que «quien carece de definición» fracase. No considera la gestión como una actividad, solo reacciona sobre la marcha.

La dificultad del éxito: condiciones necesarias y suficientes

¿Significa esto que basta con definir la gestión para triunfar siempre? No. Comprender la definición y ponerla en práctica es una condición necesaria, pero no una condición suficiente.

Existen situaciones imposibles incluso para el mejor directivo: escasez de recursos, cambios bruscos en el entorno, presiones políticas fuera de su control. La gestión es una actividad continua, pero eso no garantiza que todo objetivo sea alcanzable. Confundir esto y caer en el “management omnipotente” solo daña a la organización.

Gallup refuerza esta idea. Los managers que reciben una formación básica reducen a la mitad la proporción de quienes declaran estar «activamente frustrados» respecto a los que no se forman. Si aprenden técnicas de coaching, su desempeño mejora entre un 20 y un 28 %, y con formación continua y apoyo a su desarrollo su bienestar aumenta un 32 %. Es decir, definición + desarrollo de habilidades + adaptación al entorno es la combinación que acerca a la organización al éxito sostenible.

La gestión es responsabilidad por los resultados

Al final, gestión y liderazgo comparten un criterio simple: la responsabilidad por los resultados.

En una empresa lucrativa, la prueba definitiva es si sigue generando beneficios. Mantener el cumplimiento de los objetivos es el único indicador de una buena gestión. Los procesos y marcos son líneas auxiliares; al final todo se reduce a si se alcanzó el propósito o no.

Conclusión: definir y no dejar de actuar

¿Qué es la gestión? La respuesta es esta: la gestión es el conjunto de actividades necesarias para seguir obteniendo resultados, es decir, para lograr el propósito y los objetivos.

  • Quien no tiene una definición propia no puede gestionar.
  • Solo cuando se generan resultados de forma sostenida puede considerarse “buena” gestión.
  • Los factores ambientales son restricciones, no nuevos objetivos.
  • El management omnipotente es una ilusión, pero mientras la actividad continúe no existe una situación en la que “no se pueda gestionar”.

La gestión no es magia ni un don innato. Es el esfuerzo constante de tratar a la organización como un sistema y ajustarla al entorno para cumplir su razón de ser. No hay un manual definitivo, pero sí abundan los métodos. Mientras no olvidemos esa esencia, podremos liberar a la organización de la peligrosa dependencia de los «directivos sin definición» que se apoyan en la casualidad o en la competencia de sus equipos.

Preguntas frecuentes (FAQ)

P: ¿Qué es la gestión? R: Es el conjunto de actividades que planifican, ajustan y controlan a las personas, los recursos, la información y los procesos para que un equipo u organización alcance sus objetivos. No es un título, sino el acto de mantener un sistema que produce resultados.

P: ¿En qué se diferencia la gestión del liderazgo? R: El liderazgo fija un destino que las personas quieran alcanzar. La gestión ajusta el sistema para que todos puedan llegar. Un buen directivo cultiva ambas facetas, pero cada una cumple un rol distinto.

P: ¿Por qué fracasan los directivos que solo tienen el título? R: Porque dan instrucciones improvisadas sin comprender la actividad. Aunque tengan un golpe de suerte, el éxito no se repite. Cuando se marcha un colaborador clave, todo se desploma.

P: ¿Qué síntomas muestran que falta gestión? R: Cuando el rendimiento depende de una única persona excepcional, los logros no se repiten y los subordinados se queman y renuncian. Son señales de que nadie está gestionando el sistema.

Referencias y enlaces relacionados